Fab Four - 29/9/2024
Cortocircuitamos tu cerebro con cuatro discos fresquísimos, óptimos para darlo todo en un antro rockero o para que te arranque los intestinos un águila hambrienta. Tú eliges.
Chica Sobresalto - Sinapsis (2021)
Triunfito solía ser un insulto, sinónimo de “joven desechable ultraprocesado por alguna major y muy, muy perecedero”, pero las últimas generaciones de alumnas de la Academia OT llevan ahora ese sambenito con orgullo. Case in point: Maialen Gurbindo, más conocida en los círculos festivaleros como Chica Sobresalto, sexta clasificada en la edición de 2018 y hoy día compañera de sello de Robe, Kutxi Romero y El Drogas. ¿Es que el mundo se ha vuelto completamente loco? Seguramente, pero no será por esto. Sinapsis es todo un ejercicio hormonal en el que esta autodeclarada “triunfita con traumitas” conversa alegremente con sus hormonas para ver si consiguen ponerse de acuerdo.
El resultado es, para mí y cien por cien por culpa mía, frustrante: había escuchado “Oxitocina” previamente en su deliciosamente caótica versión original, cercana al J-rock más delirante1, e imaginaba que su propuesta iba a ir por esos derroteros; la interpretación que recupera en este Sinapsis de ese tema, sin embargo, a guitarra eléctrica y voz y nada más: es más íntima, más frágil, y en última instancia, quizás, menos interesante. Y es que el álbum deja retazos de una capacidad innata para las melodías ultracantables, que sin embargo se ve en muchos casos mermada por una toma de decisiones no tan brillante en otros aspectos: “Dopamina”, por ejemplo, resulta contagiosa hasta que el estático estribillo nos echa un jarro de agua fría. Aparece también a ratos un piano que parece venido del “valle inquietante”2 que añade a, entre otras, “Selección natural”3, una cualidad artificial no del todo idónea. Pero cuando las piezas encajan, que lo hacen, la miel que queda en tus labios es de un sabor fantástico: “Progesterona” es dulce y dolorosa, como la vida misma, y “Adrenalina”, si bien peca ligeramente de una letra que parece más un mnemotécnico para acordarse de los efectos de dicho neurotransmisor, y de cierta verborrea4, compensa sus faltas leves con el buen rollo de rigor y la presencia de Zahara, que tiende a mejorar todo lo que toca. ¿Entonces qué? Difícil de decir, y me fastidia, pero me quedo con lo positivo: los cimientos de un talento descomunal sobre los que se construirán cosas mejores, seguro.
Acceso: Quien más quien menos tiene al menos una de las glándulas que Sinapsis requiere. - ☆
Vibes: Variopintas, todo un cóctel de moléculas que lo mismo te hunde que te lleva a las nubes, pero con un toque un poco sintético. - ☆☆☆
Consenso: Veo muy difícil fiarse de cualquier valoración de este disco, incluida seguramente la mía. Por ejemplo, Jenesaispop dice que “es mucho mejor cuando se comunica con el público a través de palabras mundanas, por todos asumibles”. Yo discrepo. ¿Tú de qué lado estás? - ☆☆☆
Nota SoundClash: He optado por dar casi todas las explicaciones en el texto de la crítica, así que está dicho: un surtido que no es ni bueno ni malo si no todo lo contrario. - ☆☆☆
Thou - Umbilical (2024)
Se ha quedado un día estupendo para que arrastren nuestro cuerpo inerte por el fango, para ser aplastados por una gigantesca losa construida con nuestros propios pesares. Un día estupendo, en definitiva, para Thou, la prolífica5 banda de sludge metal de Louisiana, que ha decidido amargarnos el 2024 con Umbilical, la que para algunos es ya su obra magna. Yo, bien es sabido, soy la víctima menos agradecida posible para sus asaltos de nihilismo atmosférico, y de hecho su Magus de 2018, también bien acogido, me proporcionó un placer similar al de una endodoncia, ¿pero qué sería del mundo sin segundas oportunidades? Inscribid eso en mi lápida.
La realidad es que Umbilical es malo con ganas: no carente de calidad, ni mucho menos; si no malo como Belcebú, como Henry Kissinger, como un ente abyecto salido del azufre. Que es un piropo, quiero decir. “Narcissist’s Prayer” abre el oxidado portón y nos da una corrosiva bienvenida a cuarenta y ocho minutos de bilis: riffs enterrados en media tonelada de roña podrida, gritos de dolor, y la premonición de que no vas a salir de esta con vida. Una andanada de pedradas que no arrecia siquiera en temas más grungeros, como “Emotional Terrorist”6 o “Unbidden Guest”, que son un centauro mitad Queens of the Stone Age-ero, mitad la banda más nociva del Tártaro. Su misantropía queda estupendamente retratada en “I Feel Nothing When You Cry”, otra emesis de odio visceral que suena al despertar de una bestia iracunda que grita con todas sus fuerzas, y no sabemos si es por agonía, por furia, o por hambre. Pero ojo, que tal despliegue de brutalidad sónica es poco más o menos que Marina d’Or si la comparamos con la trituradora implacable que es “House of Ideas”, una bota con clavos que patea tu cráneo hacia una sima sin fondo7. ¿Te parece divertido? Pesados como una mochila de oganesón, y perfectos para cualquier ritual de sadismo al que te hayan invitado recientemente, Thou no amenizará mis días si puedo elegir, pero su portal al abismo está abierto para todo el mundo. Depende de ti si te atreves a cruzarlo.
Acceso: Existen cosas más abstractas, aunque pocas más hostiles que Umbilical. Vas a sudar sangre. - ☆☆☆☆
Vibes: Unas vacaciones en unas mazmorras interdimensionales. Pero eso, puede ser tu rollo, cero kink shaming aquí. - ☆☆
Consenso: Como comentaba, seguramente lo mejor de Thou, e incluso del año en lo que a metal se refiere. Hasta los culturetas8 de The Guardian extienden tal galardón a la década entera, diciendo que es “el ejercicio de introspección más maximalista y vigorizante que te puedas imaginar”. - ☆☆☆☆
Nota SoundClash: Me gustan las extremidades donde las tengo, y no atadas a un potro de tortura. ¡Pero muchas gracias! - ☆☆
NRBQ - All Hopped Up (1977)
Vivimos en un mundo de opciones infinitas, y esto nos obliga a calibrar cada vez más nuestras etiquetas. Decir que tu banda hace rock no informa de absolutamente nada si no prefijas el género con tres o cuatro modificadores. Esto es fantástico para los ingenieros de datos amateur como yo, pero un suplicio para quienes añoran tiempos más simples. Tiempos como, por ejemplo, 1977, en los que NRBQ podían subirse a cualquier escenario, ante cualquier público, y tocar, sin más, y petarlo9. En All Hopped Up, demuestran que habiendo consumido las suficientes anfetas, no hay estilo que se les resista: no hay dos canciones ni medio parecidas.
NRBQ son eruditos absolutos de la tradición musical americana, no cabe duda, marcándose versiones que no podrían estar más en las antípodas: el aroma northern soul que le dan a “Cecilia” es una auténtica pasada, y es casi imposible discernir que el original es nada menos que de 1926; por contra, “Honey Hush” conserva esa nube de humo de tabaco que necesita su vibrante blues añejo. Pero no te confundas: tienen mil sabores diferentes, pero lo llames como lo llames, es rock and roll. Sus originales nada tienen que envidiar a los clásicos más anquilosados. El power pop de herencia Beatles está particularmente bien representado, con cortes como “Still in School” haciendo una réplica casi perfecta del cuarteto de Liverpool allá por A Hard Day’s Night, emulando sus armonías de arcoíris e incluso el tono derrapante de Harrison; tres cuartos de lo mismo pasa con “That’s Alright”, cuyo luminoso jangle pone el broche de oro a All Hopped Up10. Si me tuviera que quedar sólo con una, sin embargo, apuntaría en la dirección de esa preciosidad que es “Ridin’ in My Car”11, uno de esos tesoros del pop en los que parece que, milagrosamente, cada decisión que se toma es la correcta: los coros bubblegum, el resplandeciente solo de guitarra, y, oh, esas cinco notas de vibráfono que te hacen añicos el corasonsito. Una banda infravalorada donde las haya, con una historia fascinante12, y sobre todo, con temas de los que presumir: nunca es tarde para subirse al tren NRBQ. Yo os espero dentro.
Acceso: A lo mejor no te gusta todo lo que hay en All Hopped Up, pero me juego el cuello a que encuentras algo que te merezca la pena. - ☆
Vibes: Como ir a un garito para ver a una banda sin expectativa ninguna, pero que te acaba volando la cabeza. - ☆☆☆☆
Consenso: Desafortunadamente difuso, porque aparte de Allmusic, que lo encuentra lleno de “encanto y talento”, casi nadie se ha pronunciado al respecto. - ☆☆☆
Nota SoundClash: Versatilidad sin límites, y un par de pepinazos. ¿Se le puede pedir más? Quizás, pero no hay que ir de exigentes. - ☆☆☆☆
Oso Oso - Basking in the Glow (2019)
¿Tu madre te ha castigado sin salir porque no te has terminado las lentejas? ¿Se te ha olvidado hacer los deberes y la profesora se ha reído de tu infortunio? ¿Te has caído del monopatín y te has hecho pupita? Seguramente estarás deseando agarrar el cojín más mullido que tengas para apretártelo contra los dientes y gritar, y no te culpo: esta es una existencia ardua, y sólo va a empeorar. Pero ofrezco una alternativa a la terapia janoviana: Basking in the Glow, del neoyorquino Jade Lilitri bajo el seudónimo Oso Oso, opera en una permanente adolescencia, y en general de una manera que no causa excesiva vergüenza ajena, que tiene mérito.
Es este un álbum que disfruto y detesto en más o menos igual medida, sin tener nada que ver con traumas preadolescentes ni algún tipo de trastorno que haya interrumpido mi desarrollo psico-cognitivo; sin más asuntos, aunque es una modalidad de emo agradablemente melódica, es casi imposible distinguir una canción de la siguiente. Este problema tiene más impacto en la segunda mitad, claro: habré escuchado media docena de veces “A Morning Song” sin percatarme de que había transcurrido, y teniéndola que volver a poner para ver si así dejaba algo de rastro en mi hipocampo. Oso Oso ha construido su residencia en la mediatriz exacta entre blink-182 y American Football: “The View” es tal vez el tema que mejor representa esa hibridación de rabietas teenager con cierta melancolía que permite divisar un mundo interior algo más profundo, mientras que “Wake Up Next to God” y “One Sick Plan” habitan, respectivamente, en ambos extremos: la primera skate-punky y con ritmos fortachones; la segunda lo-fi de lo más autoflagelante, aunque con cierta dulzura. Porque si bien las letras están repletas del habitual solipsismo, no llega a la tortura: “Basking in the Glow” vendría a significar “recrearse en el resplandor”, un esperanzador deseo de que, cuando pase la tormenta, nos envuelva un halo que desaloje a esos pensamientos intrusivos que nos amargan y nos deje una sonrisa de idiotas en la cara. A lo mejor Oso Oso no consigue tener ese efecto en mí, pero por Dios que lo intenta.
Acceso: Dos estrellas no tanto por la dificultad del material como tal, si no por lo cuesta arriba que se puede hacer de no estar en el mood correcto. - ☆☆
Vibes: Bastante del grupito raro del insti. Que luego son las mejores personas, pero si te arrejuntas luego no vengas conque quieres ser quarterback del equipo de fútbol americano de la escuela. - ☆☆
Consenso: Por lo general positivo, pero hay disidentes: “debido a su incapacidad para añadir ningún elemento nuevo a esta fórmula, sólo puede conseguir un estancamiento nostálgico”, postula Spectrum Culture. - ☆☆☆
Nota SoundClash: Personalmente me gusta, en términos generales, pero al mismo tiempo no le quito ni una coma a la review que acabo de citar. Un conflicto que se resuelve con ecuanimidad. - ☆☆☆
Tampoco muy cercana, pero aún así.
No sé cómo explicarlo; no sé si es que está hipercuantizado hasta extraerle toda su humanidad, o que es un instrumento virtual que casi casi parece de verdad pero se queda corto. El caso es que me chirría sobremanera.
Más desencanto: ocho canciones tienen nombres de hormona, pero “Selección natural” y “Fusión del núcleo” tenían que echar por tierra este concept album.
“Catarsis de psicodelia / explosión de excentricismo narcisista”. Parece que se ha tragado un diccionario de sinónimos.
Umbilical es “sólo” su sexto álbum, pero son muy solícitos en eso de hacer splits con otras formaciones, no pueden estarse quietos más de cinco segundos.
Que, sin yo saberlo de antemano, porque las letras son medio incomprensibles in situ, se hace eco de mi introducción tanto en lo de arrastrar cadáveres como en lo de ser aplastados por el peso metafórico de nuestros errores. Me leen la mente estos muchachos.
Eso sí, nuestros chicos tienen sentido del humor, porque el estribillo parece homenajear al “Movin’ Out (Anthony’s Song)” de Billy Joel.
El artista con más puntuaciones de cinco estrellas este 2024 para la publicación británica es Sir Edward Elgar, ni más ni menos.
Ese arte queda ahora constreñido a bandas de verbena, como la ínclita Orquesta Panorama.
Técnicamente, el broche lo pone una alocada versión de la canción de Bonanza, pero es bastante prescindible.
En la edición deluxe, tomaron la decisión de poner “Ridin’ in My Car” la primera del tracklist, lo cual no me parece una gran idea, porque venga lo que venga después va a quedar a la altura del betún.
Si sois tan enfermos de Los Simpson como yo, conoceréis esta canción. Detrás estaban los NRBQ, haciéndote llorar sin que tú lo supieras.