SoundClash el Artículo: Haruomi Hosono vs. Juice WRLD
Son dos hombres con un mismo destino: vencer esta batalla Soundclashera para el recuerdo. Sólo uno lo conseguirá: ¿será Haruomi Hosono, o Juice WRLD? Es un misterio, salvo que sigas leyendo.
Casi seis meses han pasado ya desde que el patriarca de la samba Cartola derrotara in extremis al DJ Vitalic en lo que fue la última instancia de los artículos SoundClash. Mas no temáis, buenas gentes, que las batallas musicales más excitantes de la ciberweb están de regreso, y vaya regreso. Se citan aquí dos nombres propios escritos con letras de oro en la historia del pop, y que, honrando a la naturaleza absolutamente desconcertante de este vuestro blog, no podrían ser más distintos: el arquitecto del sonido japonés de las últimas cinco décadas, Harry Hosono, versus el malogrado príncipe del emo rap, Juice WRLD. Canelita en rama, posiblemente.
Si esto fuera cuestión de quién tiene un vello facial más fascinante, la balanza se desplomaría de lejos del lado de Hosono, pero en lo que nos ocupa… he de admitir que un poco también, incluso sin contemplar su etapa en las rompedoras bandas Happy End y, en especial, la Yellow Magic Orchestra. Pero treinta y siete millones de oyentes no pueden equivocarse mucho, así que Juice WRLD no ha dicho la última palabra. ¡Salgamos de dudas!
RONDA 1: Actuación en directo al azar: “Sports Men (ft. Yukihiro Takahashi)” vs. “Hear Me Calling”
El directo suele ser un talón de Aquiles para la gente del trap, así que Hosono lleva algo de camino avanzado en nuestra primera categoría. Encima, viene escudado por su colega de la YMO, el siempre fiable Yukihiro Takahashi, que nos deleita con un look de capo de la Yakuza y un dominio de la maraca inaudito.
“Sports Men”, originalmente del álbum Philarmonic de 1982, sonaba a una extensión de la obra del trío que ambos conformaban con Ryuichi Sakamoto, un synthpop afable y naif para pintar sonrisas en los días lluviosos o algo por el estilo. La decisión de transformarla en una francachela bluegrass al más puro estilo Kentucky es, como tantas otras cosas en la carrera de Harry, inexplicablemente acertada, aunque siento que precisamente Hosono es lo menos destacable de la performance: su actitud es más bien distante, como si estuviera más preocupado de acordarse de la letra que de conectar con el público1. Pero entre los dos compañeros sí que queda aún química, y sentido del humor: cuando Takahashi dice que “aún le queda ritmo en el cuerpo”, la banda da otra vuelta, y luego otra, al estribillo, para hincar bien el clavo en el cerebro de su audiencia. Pequeños momentos, pero son los que pueden marcar la diferencia.
Con WRLD operamos en las antípodas en casi todos los sentidos, pero más aún en el “live”: este “Hear Me Calling” suena como si lo escucháramos desde dentro del maletero de un Ford Focus, cada golpe de bajo amenazando con saltarnos los empastes. Eso sí: el presupuesto es claramente mayor. Juice no sólo se permite el lujo de lanzar fogonazos de humo en los puntos álgidos, enviando así a la primera fila del foso al pabellón de quemados, si no también tener a gente pululando por el escenario sin función aparente, apareciendo así subtramas apasionantes como la del tipo que se tira un minuto intentando pegar con celofán la setlist a un flightcase, o la del coloso en chándal que sale hacia el final, seguramente el guardaespaldas de WRLD, y que no consigue disimular un desinterés completo por todo lo que sucede a su alrededor.
Hay un porcentaje no desdeñable de contenido pregrabado, como es costumbre, pero aquí al menos una orgánica batería sacia nuestro apetito de realidad. WRLD está correcto, en su línea, con un despliegue vocal por encima de la media2 y una relativa comodidad siendo el foco de todas las miradas, haciendo lo que puede para mantenerse en el beat3 resultando inteligible. Nada que te vaya a volar la cabeza, pero te ayuda un poco a entender por qué hay tanta gente obsesionada con WRLD.
Hay cierta tentación de declarar la ronda desierta, porque ninguna de las dos se destaca claramente en calidad sobre la otra, pero el country nipón tiene magia en sus botas con espuelas, así que mi voto es un sí a Haruomi Hosono.
HARUOMI HOSONO 1 - 0 JUICE WRLD
RONDA 2: Portada de disco al azar: Hochono House vs. Legends Never Die
Antaño las carátulas de los discos eran un factor plenamente determinante para el éxito: no tengo pruebas, pero tampoco dudas, de que la preponderancia del rock progresivo en los 70 se debe en buena parte a la maña de Hipgnosis y Storm Thorgerson para conjurar universos que sirvan de eco visual a la obra auditiva de sus empleadores. Un arte en declive al que la portada del hasta hoy más reciente disco de Haruomi Hosono no hace especial honor, la verdad. Hochono House presume de una suerte de collage new romantic con el busto del japonés allá por su apogeo, con un pelo como de caniche muerto que recuerda a Andy Warhol en un mal día, envuelto en una densa nube de humo que, como vemos, proviene de un cigarrito de la risa puesto ahí con MS Paint.
La estética retro está bien lograda, con ese efecto como de puntillismo o de cuatricomía o qué sé yo, pero el concepto es una ensalada de tocino de cosas sin ninguna relación entre sí: los recortes de los apéndices faciales de Hosono en color, el trozo de la factura del peluquero ahí grapado con el nombre en Impact, las franjas y los lunares rojos en plan Malevich regular de lo suyo. El hecho de que sea una regrabación de su primer álbum, y que recuerde a él en pose y composición, es el único y tenue hilo agarrando esta dispar mezcolanza, pero hay que decir que eso no la exime de la soberana vaguería que demuestra.
¿Y Legends Never Die? Pues gran cosa no es, y diría incluso que de no haber salido en 2020, previo a la vorágine del "text-to-image”, hubiera sospechado de que este retrato de WRLD había venido escupido de las sucias fauces de DALL-E o sucedáneos. La realidad, sin embargo, es que el Juice WRLD de semblante serio pero imparable que vemos aquí es obra de la mano del artista callejero Corey Pane; hasta el más superficial paseo por su página de Instagram revela que el tío es un fuera de serie, aunque en esta cover parece haber sido víctima de sus tendencias más horteras. Mariposas, pájaros, estrellas fugaces, campos floridos… todo eso recarga el fondo de la imagen, provocando un empacho visual que nos hará estar vomitando polvo de hadas durante semanas.
Sin el don de la adivinación, y con la sola pista de que este es el primer álbum póstumo de Juice tras sucumbir a una sobredosis de opiáceos4, solo puedo aventurar que pretende representar a WRLD habiendo ascendido al quinto círculo del paraíso. Uno donde Prince es el teniente de alcalde a juzgar por los valores antinaturales de púrpura, y donde no pasas por un detector de metales al entrar porque si no ese chaleco con tachuelas te lo confiscan seguro. Suma puntos el hecho de que, con la muerte de WRLD, esta representación ha adquirido cierto carácter icónico: en la cabeza de su gente, debe ser lo primero que imaginan al pensar en él. Eso, o su skin del Fortnite.
Y es ese valor extra el que da un golito fácil al equipo de Juice WRLD. Empate, y tiro porque me toca.
HARUOMI HOSONO 1 - 1 JUICE WRLD
RONDA 3: Habilidad técnica
Es el turno para mi categoría quizá menos preferida, y la más polémica. Aquí, en resumen, se valora la forma muy por encima del fondo, la competencia más que la humanidad. Son quizá matices semánticos innecesarios, porque ni Hosono ni WRLD destacan por tener una habilidad sobrehumana ni en lo instrumental ni en lo vocal. Es cierto que Harry es bien versátil, y en su historiada trayectoria ha tocado el bajo, sobre todo, pero también guitarra, teclados, y percusiones variadas, incluyendo al menos una vez el cencerro5.
Pero no es su diversidad de funciones lo que estamos aquí juzgando, si no más bien un intangible factor wow que no se percibe demasiado en su obra, ni falta que le hace. El aspecto más intrincado de su creación musical es seguramente su faceta como productor y arreglista, siendo orfebre de artefactos en los que la música tradicional japonesa, la naciente electrónica y el ambient, o la exotica sesentera, se engranan de manera experta. Pero al ser una tarea tan a puerta cerrada, una a la que envuelve todavía cierto misterio, se torna complicado adjudicar el mérito apropiado al bueno de Haruomi.
Con Juice, impera un honesto WYSIWYG, como decimos en el software los que somos imbéciles: no tiene trampa ni cartón. Su voz es melódica, cálida, considerablemente más agradable que la de la inmensa mayoría de sus contemporáneos, tal vez porque es raro escucharle haciendo algo que sea inmediatamente identificable como “rapear”; con él, desde luego, no choca ese prefijo de emo que se aplica al género. No confundirías sus letras con algo de Emily Dickinson, pero aunque bebe de las dos fuentes más sonrojantes en lo que a versos se refiere —la hipersinceridad sentimental emo y los topicazos ofensivos del hip hop—, suele esquivar lo peorcito de cada casa. Total, que sería fácil etiquetar a Juice WRLD como un SoundCloud rapper del montón bueno y poco más, pero el hombre tenía un arma secreta.
Sus freestyles son, me temo, prácticamente una cosa legendaria: basta con unos cuantos minutos de su colosal “Fire in the Booth” para tener que quitarse el sombrero. Tal vez no sea una llamarada incontenible, una oleada de frases lapidarias una tras otra, pero sí una hoguera que caldea bien el estudio: a lo mejor es porque esperaba menos, pero su capacidad para saltar de flow en flow, de construir dobles y triples sentidos, y de mantener esquemas de rima interesantes y consistentes me ha sorprendido gratamente. Y aunque no fuera por otra cosa, si realmente se le ha ocurrido sobre la marcha lo de “they don't wanna fuck with me, I'm with the fuckery /
rushin' hours, wit a kick, like hi yah!, Jackie Chan and Chris Tucker be, damn”6, me pongo a sus pies a perpetuidad.
Contra todo pronóstico, y dejando a Hosono sin otra alternativa que ganar las dos batallas por venir, Juice WRLD remonta. Las casas de apuestas perdiendo dinero a espuertas.
HARUOMI HOSONO 1 - 2 JUICE WRLD
RONDA 4: Single más puntuado: “Honey Moon“ vs. “Lucid Dreams (Forget Me)“
Hosono se la juega y recurre un truco de perro viejo: su agenda de contactos del teléfono. Mac DeMarco, el prolífico obispo del bedroom pop bohemio, es el motivo principal de que “Honey Moon” sea su sencillo con más ratings en la biblia de RYM: la cara A es una versión del tema del disco Tropical Dandy de 1975, cuya interpretación original queda al otro lado del vinilo, en lo que es una decisión irrespetuosa pero comercialmente más que comprensible, imagino.
La idolatría de DeMarco no sorprende, porque escuchando al añejo Hosono está claro que le debe más que un exiguo porcentaje de royalties: en “Honey Moon” ese sonido afable y brumoso, como subido a una nube psicotrópica, que el canadiense y su cohorte llevan abanderando década y pico ya estaba más que inventado por el nipón, que incluso va más allá. Aquí Harry suena como una especie de J.J. Cale del país del sol naciente, que tras años de excesos ahora vive una vida de paradisiaco relax deleitando, cuando se lo piden, a los pasajeros de un crucero en el karaoke. El papel de “dandy tropical” que promete el título de su álbum se cumple con creces: es casi imposible que tu cerebro no rellene con el ruido de las olas del mar el fondo del tema. Yo, a diferencia de casi todas mis vacaciones la verdad, salgo revitalizado.
“Lucid Dreams” también toma prestadas cosas, y hace bien: el riff de “Shape of My Heart” es demasiado arrebatador para que se lo quede solo el bueno de Sting7. ¿Justifica eso los dos billones, con B, de escuchas que tiene esto en Spotify? Quizá no, aunque WLRD lucha con uñas y dientes para que la melancolía del sample no le desprenda de todo el protagonismo; no creo que termine de conseguirlo, pero es encomiable el esfuerzo.
Aquí Juice WRLD nos invita a su habitación sumida en tinieblas, en la que habitan él y todos sus demonios, que no son pocos; diría que el tema es terapia, pero desde luego la escalofriante conclusión de “I won’t let you forget me” hace pensar que simplemente la pesadilla va a trasladarse a otra cabeza bastante pronto. Supongo que ser rapero y “sensiblote” no significa de repente tener un gran sentido de la autocrítica: “Lucid Dreams” es todo un ejercicio de manipulación psicológica de una mente encerrada en un pasadizo bastante oscuro, un background estupendo para ese ratito de auto-tortura semanal que recomienda cualquier psiquiatra de confianza. It kinda slaps, pero se debe más a un beat que abusa de mi familiaridad con la obra y milagros del cantante de The Police que a los pucheritos de alma en pena despechada y conspicuamente misógina de Juice aquí.
El espíritu de Juanito es poderoso en vos, Haruomi Hosono, y el empate es tuyo. ¡Hora de la muerte súbita!8
HARUOMI HOSONO 2 - 2 JUICE WRLD
RONDA 5: Canción top 10 al azar: “Jūshofutei mushoku tei shūnyū (ft. Mei Ehara)“ vs. “Lean Wit Me“
“Sin domicilio fijo, desempleado, sin ingresos”: un trágico microrrelato con el que Hosono lanza su apuesta final, y con el que nos retrotraemos a su disco de debut, el Hosono House, pero más en concreto a la revisión with friends, a lo Raphael, que ha hecho de él éste mismo año junto con Mei Ehara, otra incansable navegadora de las fusiones más chic. Y desde luego la cosa suena estupendamente, tal vez porque Ehara lleva las riendas de una parte vocal a la que un Haruomi casi octogenario tal vez no hubiera hecho del todo justicia.
Esto se puede ver de dos maneras: como una decepción total por el hecho de que una leyenda del pop de su país haya visto reducida su participación a un tecnicismo legal, prácticamente; o como una muestra definitiva de veneración a este gigante, que en un momento de flaqueza ha usado la fuerza de su influencia para convocar a aquellas generaciones de artistas que han bebido de él para que terminen el trabajo. Si esto fuera un anime, estaría ganado; en la vida real, aunque el arreglo jazzero ecléctico de este “Jūshofutei” sea de lo más pintón, el efecto Mufasa de Hosono tiene sus límites.
Juice tiene la última palabra, y esta vez no tiene el espíritu de Sting de su lado. “Lean Wit Me” ataca ya a un primer vistazo, con un nombre que es a priori un juego de palabras que puede a la vez significar “apóyate en mí” o “vamos a bebernos este chupito de codeína con 7Up, ¡qué ica!”. Profundamente contradictorio, el tema hace una apología sin paliativos del drogarse, invitándonos a acompañarlo en su viaje químico si nos atrevemos, pero al mismo tiempo vuelve a ser una inquietante narración del terror nocturno de un hombre totalmente perdido.
Y es que “Lean Wit Me” es ciertamente profética, aunque tampoco habría que ser Nostradamus para predecir que un hombre que cantaba mayoritariamente sobre el consumo de sustancias variopintas iba a sucumbir exactamente a eso: en algún punto ese hígado maltrecho y esos riñones al Jerez y más cosas sobre los que canta WRLD aquí iban a cerrar sesión si no se producía algún cambio. Si es la persona o el personaje el que pide un hombro en el que agarrarse mientras vomita en el váter, mostrándose desafiantemente opuesto a cualquier tipo de rehabilitación, lo desconozco, pero sólo uno de los dos sobrevivió. Este es el testimonio en primera persona de un ciclo que arrasa con vidas y vidas, vidas que se antojan insoportables cuando no te metes, pero que son arrancadas de cuajo en cuanto se te va la mano. Y esa dicotomía de peligroso placer me plantea un dilema equivalente a la hora de evaluar aquí: en lo estrictamente musical, nada del otro mundo. En lo ético, me repele y me atrapa, y no sabría decidir si me genera mucha o ninguna simpatía. Sea como fuera, fue un grito desoído, uno más.
Así que en un giro de los acontecimientos jamás visto, me inclino por aquel que me remueve algo dentro9, que no es otro que el trapero de Chicago, Juice WRLD. Emoción hasta el final, como debe ser.
HARUOMI HOSONO 2 - 3 JUICE WRLD
En fin, ya es Navidad, en Canal Sur y también en SoundClash, así que volveremos cuando pase la febril temporada de compras. También volverá, aunque en otro momento, esta variante de artículo, con una dupla igual de explosiva que la de hoy: la promesa noruega del pop con traumitas varios, Girl in Red, y uno de los colectivos hip hoperos más aclamados del nuevo milenio, Little Brother. Hasta entonces, cuidado con los empachos del turrón y los atragantamientos con las uvas, y nos veremos en 2025 si no nos pasa nada. ¡Chao!
Takahashi es básicamente al revés: parece que la actuación es la primera vez que escucha “Sports Men” en su vida, y eso le quita la presión de tener que entonar, pronunciar bien, o tan siquiera no atropellar líricamente a Hosono en los puntos donde cantan juntos. Y por eso es el alma de esta fiesta.
Si bien los comentarios como “ESTO SÍ QUE ES TALENTO” parecen dar la razón a la gente carca que desaprueba del trap por defecto; está OK, pero tampoco parece un derroche de arte desbordado precisamente.
En la canción de estudio las líneas se superponen, porque las grabarían seguramente una a una, y la capacidad pulmonar de una persona tiene ciertos límites, incluso yendo hasta arriba de percocets.
Lo poco que sé es que empezó a entrar en colapso narcótico tras aterrizar en el aeropuerto de Chicago, donde le esperaban agentes federales que habían sido informados de que traía contrabando en su jet. En mi cabeza, intentó consumir él sólo toda la droga del avión antes de que la poli la encontrara, y le pudo el ansia. Pero es sólo una teoría.
En uno de los álbumes más extraordinarios del city-pop, el Misslim de Yumi Arai, todo un all stars del género con la intervención de Hosono, Tats Yamashita, Shigeru Suzuki, Akiko Yano, Taeko Ohnuki, Minako Yoshida… Puede que no comprendáis lo monumental que resulta, pero creedme.
Y casi seguro que sí, porque el siguiente verso lo empieza partiéndose el culo, como si no se creyera lo que acaba de salir por su boca.
Por eso ha sufrido 55 casos de sampleo, claro. Gordon se ha tenido que hacer un buen chalé con eso.
No literal, porque el ganador estaría claro. Pobre.
Sin ser un gran conocedor de la discografía de Juice WRLD, es posible que un 90% de su material sea “me drogo mucho, qué le voy a hacer”, y que casi cualquiera de sus canciones hubiera tenido un efecto similar, pero bueno. Esto es lo que hay.