Las 250 de Quixote, Parte III
Se cierra la trilogía de Quixote, con buenos temas de Todd Rundgren, Juliana Hatfield, o Talking Heads. Por suerte, aún quedan veintidós partes de música.
250-241 * 240-231 * 230-221 * 220-211 * 210-201
200-191 * 190-181 * 180-171 * 170-161 * 160-151
150-141 * 140-131 * 130-121 * 120-111 * 110-101
100-91 * 90-81 * 80-71 * 70-61 * 60-51
50-41 * 40-31 * 30-21 * 20-11 * 10-1
230. Men at Work, Overkill
"Overkill" es de esas que repite de la lista de 2013, porque su encanto multi-generacional no se ha apagado con el paso de los años1. Es un himno a esos días tristes, de los que nos recuerda que para que salga el arcoíris tiene que llover y esas cosas tan Mr. Wonderful, pero sin sonar almibarada ni condescendiente en ningún momento, lo que resulta raro viniendo de un grupo como Men at Work, tan desenfadado e irónico. Pero aquí no necesitan renunciar a su esencia, a su característico saxofón o a la voz chillona de Colin Hay, que sí que cambia un poco su registro habitual para convertirse en nuestro guía en la oscuridad, alguien que ha vivido el infierno que nos narra, la pesadilla de esos pensamientos intrusivos que no se marchan. Lo de convertir el dolor en arte es un cliché, lo sé, pero no se me ocurren muchos ejemplos mejores en el pop.
El momento: La estrofa final, donde Hay sube una octava y nos agarra el corazoncito con más fuerza que nunca.
229. Todd Rundgren, Hello It’s Me
Que Rundgren no tenga una calle con su nombre en todos los municipios del mundo es una ordinariez. Este señor ha hecho más por mantener el pop interesante que casi nadie, y en pocas ocasiones es eso tan evidente como en “Hello It’s Me”, la mayor joya de su fascinante repertorio. Años y años de I-IV-vi-V nos han desensibilizado a la hora de detectar progresiones de acordes que no sean pura bazofia, pero el bueno de Todd nos trae una terapia de choque en la que recorremos vertiginosamente una paleta de sentimientos deliciosa: arrepentimiento, súplica, confesión, y una dosis no letal de babas muy respetuosas. Para ser tan intrincada, la versión de estudio resulta casi improvisada, una sesión entre colegas que va convirtiéndose en un diamante. Es la única canción de Rundgren de esta lista, pero su huella aparecerá por todas partes.
El momento: Todd llega al éxtasis definitivo cuando la canción modula por enésima vez: “think of me / YOUUUUUUU / you know that I’d be with you if I couuuuld”. Los pelos como escarpias.
228. Glen Hansard y Markéta Irglová, Falling Slowly
Lo confieso: no he visto Once, y de hecho no tengo grandes intenciones de hacerlo pese a ser un enorme entusiasta de las películas románticas que se centran en una pareja deambulando sin rumbo por alguna capital europea. Pero "Falling Slowly", ganadora del Óscar a mejor canción, me lleva acompañando mucho tiempo, siendo parcialmente responsable de mi idealización del amor como objetivo último de nuestra existencia, o algo parecido. Hansard e Irglová comparten las estrofas, armonizadas, mientras caen rendidos a los pies del otro, obnubilados: el protagonismo de Hansard es mayor como voz principal, pero la intervención de Irglová por detrás, con su suave voz adornando la de él, más curtida, es igualmente importante. La química del dueto es innegable, y convierte esta balada folk en algo asombroso.
El momento: Cada vez que Hansard salta al falsete en ese "we've still got time". Empatado con la melodía de violín justo antes del final.
227. George Michael, Kissing a Fool
George Michael salió de Wham! como un crío jovencito con una galopante crisis de identidad. En la cara A de su fundamental Faith de 1987, debut en solitario, se disfraza de emancipado rockabilly, turista en el Oriente, huésped de la horny jail, y pecador compungido. Es en el último corte en el que se pone el traje de Sinatra y nos regala la mejor balada jazz de la era MTV, “Kissing a Fool”, un movimiento tan absurdo como mágico. Quien lo siga infravalorando es porque, obviamente, no lo ha escuchado aquí: como a un crooner de Las Vegas le sentimos dominar el imaginario escenario, su voz meticulosamente controlada a lo largo del sinuoso tema hasta que llega al momento de dictar sentencia. Podía haber colonizado las listas durante generaciones, firmado residencias millonarias en los mejores casinos, o sustituido a Freddie; lo que hubiera querido, si todo hubiera sido un poquito más fácil. Ahora sólo podemos echar de menos su talento.
El momento: El crescendo en el que Michael da rienda suelta a su torrente vocal que es miel pura: “but remember this, every other kiss…”
226. Simply Red, Fairground
Veo doble. ¡Cuatro Simply Reds! ¡Si ya estuvo en el capítulo anterior de la lista! Pero... oh no, ¿por qué viene detrás de él una banda de batucada? Juntar el carnaval de Río de Janeiro con el soul blanco podría haber acabado como el Rosario de la Aurora, pero Mick Hucknall hace que funcione. ¿Quién hubiera dicho que el pelirrojo favorito de los boomers era capaz de hacernos gozarlo de esta manera? El secreto está en el increíble build-up hacia el éxtasis, ese enigmático bloque ternario que parece a punto de caerse, pero que se enrolla en nuestras caderas con la tensión justa para, cuando toca desparrame, ponernos a girar como una peonza. Imposible resistirse, impensable huir, porque incluso huir es un estilo de baile2. No volveremos a ver a Simply Red por estos lares, pero su despedida nos deja con el mejor sabor de boca posible.
El momento: Amo ese piano estilo house que riega el estribillo más festivo que te puedas echar a la oreja.
225. Depeche Mode, Walking in My Shoes
Martin Gore tiene un catálogo tan extenso de fetiches y obsesiones que hasta cuando habla de asuntos tan hermosos como la empatía suena endiabladamente perverso. Los zapatos con los que nos quiere hacer andar han vivido muchas aventuras, eso es seguro, aventuras que hay que experimentar si queremos saber a ciencia cierta lo que pasa por esa dorada cabecita. Claro, que con esos golpes de cuerdas rebosantes de vibrato, el bajo reptando por tu estómago, y esa batería que es prácticamente lasciva en sus insinuaciones, nos es suficiente para hacernos una idea bastante certera. No sé en qué categoría se archiva este "Walking in My Shoes", si en Faith o en Devotion, pero está claro que no hay otra banda que pueda convertir esta maravilla en algo tan perverso. Nadie como Depeche.
El momento: A medida que se repiten los estribillos, la voz de Gore ahoga a la de Gahan, dando la réplica una octava por encima. Ni siquiera Dave ha caminado lo suficiente con las botas de Martin como para robarle el protagonismo, no por esta vez.
224. Stereophonics, Dakota
Gales, tierra de príncipes y tigres, según parece. De aquí han salido grupos gamberros como los Super Furry Animals, contestatarios como los Manics... y también algunos cuya identidad parece deberle más a las bandas clásicas de rock setentero que a ninguna nueva ola británica. Stereophonics no vino a revolucionar nada, y aunque su producto era perfectamente competente, era difícil predecir que en 2005, de buenas a primeras, iba a aparecer "Dakota". Sólo se me ocurre otro tema3 que convierta la añoranza de un amor perdido en adrenalina de una manera tan sublime y eficiente. Y es que a menudo basta con un par de guitarras, una batería, y un recuerdo para hacer eclosionar la catarsis definitiva hecha música.
El momento: "SO TAKE A LOOK AT ME NOOOOW!!!". Kelly Jones pasa del despecho a la resignación en cuanto se saca de encima ese lema a gritos unas ocho veces. Es que no hay mejor terapia que un buen berrido a tiempo.
223. Talking Heads, This Must Be the Place (Naive Melody)
Tu hogar está allá donde esté tu corazón, dice la gente cursi; si damos por cierto el refrán, las inquietudes de David Byrne y sus Talking Heads los llevaron por un sinfín de alojamientos, desde el punk neoyorquino a la fusión funk-africana, antes de sentar la cabeza4 en formas adyacentes, más por simpatía al movimiento que por sonido, a la new wave. "This Must Be the Place" es una de las mejores canciones en explorar ese sentimiento de cálida sorpresa que tenemos cuando creemos haber encontrado a la persona con la que compartir nuestra existencia, y lo hace desde un punto de vista autoflagelatorio5 con el cuál es difícil no identificarse. Tras años de sonar tensos, al borde del colapso6, es muy refrescante oír a la banda tan despreocupada, por una vez.
El momento: Byrne abandona sus neurosis y se termina con un jubiloso "ooooh" en falsete: las palabras ya no son suficientes. ¿Dónde quedó nuestro "psycho killer"?
222. Fleetwood Mac, Everywhere
Ya hemos visitado Tango in the Night en una ocasión7, pero esta vez es el turno del otro mega-single. "Everywhere" no podría contrastar más con las vibraciones que debía transmitir la banda en aquellos años, pero de alguna manera los choques y tiranteces que se desprendían se sublimaron en pura magia. Desde los primeros segundos de esa introducción arpegiada se nos teletransporta a un mundo de caramelo en el que la voz rasposa de McVie funciona mejor que nunca: sus suspiros reverberantes suenan celestiales, y más aún con la estelar compañía de Buckingham/Nicks, menos tangibles que en "Little Lies" pero siempre presentes; las huellas de Buckingham en particular están por todas partes, especialmente el outro8. La reinvención había vuelto a funcionar.
El momento: El "oooohAAAAAH" que te zambulle en el estribillo debe sonar cuando san Pedro te abre las puertas del más allá, por lo menos.
221. Juliana Hatfield, A Little More Love
Tras cuatro selecciones relativamente predecibles, es hora de descarrilar un poquitín. La carrera de Juliana Hatfield, una de las reinas del panorama alternativo noventero, es tan dilatada como desconocida para mí: lo primero en llegar a mis oídos de esta mujer fue un álbum de covers de una figura tan antitética como la de Olivia Newton-John9. La original de la estrella de Grease ya era excelente, pero con detalles en la producción que han quedado desactualizados y una leve falta de cohesión; Hatfield es fiel pero hace bien en pulir las imperfecciones hasta dejar al descubierto la joya que había debajo, siendo capaz hasta de cumplir y más que con creces con las exigencias vocales del tema. Un soberbio update que adelanta por la derecha a su modelo.
El momento: Hatfield haciendo equilibrios con esos agudos de helio, aguantando los empellones de los sucesivos estribillos, cada uno distinto al anterior. Prueba superada.
Para mí es una firme candidata a resurrección tik-tokera cualquier día de estos.
Y van dos referencias a los Simpsons en un párrafo.
Aparecerá en 43 puestos, hay que estar al loro.
Siempre muy temporalmente.
"¿Cómo puede ser que alguien tan excepcional me quiera tanto a mí?"
Y a juzgar por su inminente ruptura, de estarlo.
Y volveremos a hacerlo... más de una vez.
Casi seguro su voz sampleada con un CMI o similar.
Al que han seguido uno de The Police y otro de los colaboradores de Olivia en Xanadu, mi querida e ignorada en esta lista Electric Light Orchestra.