Las 250 de Quixote, Parte V
Esta Orden del Fénix particular incluye a miembros como Billy Idol, Feist o Dexys Midnight Runners. Dejan entrar a cualquiera.
250-241 * 240-231 * 230-221 * 220-211 * 210-201
200-191 * 190-181 * 180-171 * 170-161 * 160-151
150-141 * 140-131 * 130-121 * 120-111 * 110-101
100-91 * 90-81 * 80-71 * 70-61 * 60-51
50-41 * 40-31 * 30-21 * 20-11 * 10-1
210. David Sylvian, Red Guitar
Hay gente que nace guapa, gente que nace con talento, y finalmente personas con mucha suerte que tienen de sobra de ambas: verbigracia, David Sylvian, que en su período post-Japan navegó por sendas cada vez más insospechadas, construyendo bellos paisajes etéreos que flotan ingrávidos, cada canción un jardín zen en el que sentarse a descansar. "Red Guitar" sirve como excelso puente entre su carrera de ídolo pop y la de viajero intrépido por palos cada vez más esotéricos de la música universal: aquí hay un sustrato mainstream, una melodía pegadiza, un ritmo que atrapa; pero también el acompañamiento del trompetista new age Mark Isham y, por supuesto, del que sería uno de los colaboradores con más química de Sylvian, el hombre comodín de Tokio, Ryuichi Sakamoto, que riega lo que planta el cantante con su piano impresionista. Y si además de tantos dones, te rodeas de más genios como tú, la cosa empieza a ser injusta.
El momento: Me vuelve loco su estribillo y cómo las mismas palabras, repetidas con minúsculas diferencias de entonación y ritmo, pueden generar sentimientos radicalmente distintos.
209. Billy Idol, Rebel Yell
"Mo', mo', mo'". Billy Idol tenía bastantes ingredientes para convertirse en una figura denostada por los círculos más pedantes y puristas: oriundo del punk canalla británico, aprovechó su icónica imagen de pelo oxigenado y cuero con tachuelas para lanzar una carrera en solitario en la que se deshizo de lo más beligerante de su sonido, perdiendo una base de su audiencia pero adquiriendo otra mucho mayor, atraída quizá por su socarronería rebelde, aún intacta. Pero Idol era una estrella del pop, y "Rebel Yell" no da cabida a duda alguna al respecto: por más guitarras crujientes y morritos que ponga, los sintetizadores hipergalácticos y esa batería con el reverb a tope no mienten. Decisión comercial o no, ni los más reaccionarios pueden negar que la fórmula funcionó y funciona a día de hoy, y ya es más de lo que se puede decir de muchos de sus mitos.
El momento: La línea de teclado que suena en el puente, que pasa de doblar el bajo a una melodía como de ciencia ficción de serie B maravillosa, mientras Idol nos promete la luna. Cómo negarse.
208. Electronic, Getting Away With It
Juntar a individuos de aptitudes tremendas en proyectos Frankenstein no tiene por qué funcionar siempre1, pero cuando se cruzaron los caminos de Bernard Sumner (curtido en Joy Division, consagrado en New Order) y Johnny Marr (aguantó a Morrissey cinco años con los Smiths) saltaron chispas, y "Getting Away With It" es el mayor testimonio de ello. Los dos maestros reclutaron a otras luminarias, como ambos miembros de Pet Shop Boys2 y la ganadora del Oscar Anne Dudley, de los pioneros del collage Art of Noise, que se encarga de las lujosas cuerdas, sin las cuales la canción perdería buena parte de su lustre. Dice un refrán argentino que "muchas manos en un plato hacen mucho garabato", pero aquí es todo lo contrario: el resultado es una tristeza luminosa que no se puede encuentrar muy a menudo.
El momento: Johnny Marr evitaba los solos como la peste, lo que hace el tartamudeo que da pie a su sencilla acometida, con guitarra acústica, aún más adorable.
207. Feist, One Evening
La canadiense Leslie Feist nació con una privilegiada voz envuelta en bruma, como si cada nota que sale de sus pulmones viajara sobre una nube de humo. El imperio hípster, paradójicamente dado a sus perennes ansias de modernidad, la convirtió en una de sus artistas enseña, eludiendo que está mucho más próxima a grandes del soul como Dusty Springfield que a los vanguardismos folk de Bon Iver, por decir a alguien. "One Evening" es uno de los diamantes más relucientes de un álbum, Let It Die, plagado de ellos; un paseo nocturno por una ciudad fría y solitaria, buscando el abrigo transitorio de algún corazón al que despachar a la mañana siguiente. Es elegante, con esas cuidadas guitarras y los reconfortantes pianos eléctricos: parece pedir a gritos ser degustada en tinieblas y con un vinito; ropa opcional.
El momento: Feist interrumpiendo lo que parece otra instancia del coro con un "moooving on". Ella se ha olvidado de ti, supéralo.
206. Dexys Midnight Runners, Come On Eileen
"Come On Eileen" sigue siendo una rareza dentro de la superficial década de los ochenta3: fusiona de manera insólita géneros en las antípodas musicales, el soul y la música celta, adjudicando a esa amalgama una estética sin par, la del peto vaquero, que de alguna manera no murió con ellos. Los Dexys, mal considerados un "one hit wonder" (spoiler de la parte 4: no), rindieron homenaje a las raíces irlandesas de su líder Kevin Rowland, poseedor de una voz impostada4 cuyo descontrol intrínseco no puede ser más apropiado para la jarana que montan sus Midnight Runners. Con sus violines y banjos son la escolta perfecta para las súplicas de Rowland; si Eileen aceptó la invitación, es un misterio.
El momento: Casi no hay que decirlo, existiendo ese inmortal deccelerando que va cogiendo velocidad hasta volverse imparable: "come on, Eileen, too-loo-rye-ay..."
205. Chris Rea, On the Beach
Que no os confunda el peinado leonino y esos aires un poco al rubio de Cruz y Raya: este británico5 es todo un bluesman. Lo admito, es fácil despistarse, especialmente cuando se escucha su obra, casi siempre reminiscente de atardeceres en playas paradisíacas vistos con mojito en mano, pero hasta en la transparentemente costera "On the Beach"6 su verdadera alma sale a la luz. Apenas hay un instante donde no suenen líneas de guitarra sutiles pero exquisitas, de todos los sabores: riffs provocativos, rasgueos seductores, punteos que se pavonean ante tus auriculares, o las tres cosas a la vez. Rea y su voz penetrante se las saben todas, y el único remedio es dejar que se cuele en tu mente cual arena en un bañador. Toma símil.
El momento: No diría que es mi fragmento favorito, pero aún así la absurda modulación que inicia ese cortísimo pasaje smooth jazz, y lo impecable de la resolución de éste me hacen quitarme el sombrero, o la pamela.
204. Split Enz, Six Months in a Leaky Boat
Nacer a miles de kilómetros de los focos no tiene que ser una desventaja: libres de las ataduras que supone tener una infraestructura del show business todopoderosa, Split Enz pudo disfrutar de la prerrogativa de hacer lo que les viniera en gana desde la comodidad de su nativa Nueva Zelanda, quizá saltando el mar de Tasmania de vez en cuando, sin tantas presiones. Esa autonomía dio frutos, engendrando entre otras genialidades "Six Months in a Leaky Boat", una disparatada historia naval que levantó ampollas7 en plena guerra de las Malvinas. Prologada por "Pioneer" y sus evocadores arpeggios, la estructura es casi progresiva, a menudo recordando a esos Genesis en pleno relevo Gabriel-Collins, aventurándose por océanos ignotos cual aborígenes pese a tener esa "tiranía de la distancia" en contra. La dramática coda presagia un final trágico, pero del naufragio del barco Split Enz surgió Crowded House, ya con todos los agujeros bien sellados.
El momento: Puede que exista alguna situación en la que dar énfasis con palmadas a un estribillo no surta efecto, pero en "Six Months" no es el caso.
203. Billy Joel, All for Leyna
El destino ha querido que Billy Joel sea considerado por siempre un segundón: sufrió el infortunio de ver solaparse su apogeo con el del monarca indiscutible del piano pop (Elton) y el del profeta de la clase obrera de la costa Este (Bruce), dos cargos que Joel podría haber ostentado sin despeinarse. Supongo que los ceros en su cuenta corriente le habrán ayudado a dormir por las noches mejor que mi validación en este artículo, pero por si acaso: su genialidad nada tiene que envidiar a ningún otro compositor puntero. "All for Leyna", lanzada nada más abrirse la nueva década de los 80, demuestra que el neoyorquino iba a tener cero problemas adaptándose a los tiempos. Empujado por ese nervioso ostintato de su CP-80, Joel se desespera tras el abandono de un ligue pasajero8, haciendo gala de su teatralidad mientras espera a alguien que no va a volver. Pocas veces se ve a Joel tan alterado, y le queda muy bien.
El momento: "I wait in the dark / listening for her / instead of my old man saying... STOP!!". Las daddy issues de Billy a flor de piel.
202. Slowdive, When the Sun Hits
Después de tanta horterada9, ver de repente a una banda tan cool como Slowdive por aquí es un soplo de aire fresco. Justo acabo de entrar en Twitter y leer a alguien decir que el "volumen nunca es suficientemente alto para tu canción favorita". Huelga decir que esa no es "When the Sun Hits", pero el sentimiento se aplica igual: el shoegaze, ese movimiento noventero de distorsión infinita y ecos de catacumba en general debe servirse a tope de decibelios, y este tema no es una excepción. El triple asalto guitarrero se cuece lentamente durante exactamente un minuto, hasta que implosiona y nos golpea de lleno su onda de choque. Halstead, Goswell y compañía juegan con nuestra gravedad a placer, nos hacen levitar, volar, orbitar alrededor de un sol que estalla en mil pedazos. El apocalipsis nunca ha sonado tan atractivo.
El momento: La supernova de ruido divino. No podría ser otro.
201. Prefab Sprout, Bonny
Con Prefab Sprout intuyo que voy a tener muchos problemas, y es que llegará un momento que se me agoten las palabras10 si tengo que hablar de ellos media docena de veces, para más inri casi todas las veces circunscritas al Steve McQueen. El álbum de 1985 está perfectamente condensado en "Bonny", tan solitaria, tan amarga, y sin embargo, al mismo tiempo un tónico que es tan agradecido de beber. Casi siempre se ensalza mucho a McAloon al hablar de Prefab, y es comprensible siendo una figura tan especial e infravalorada, pero la banda debe mucho a la presencia de Wendy Smith: sus coros aparecen como si vinieran de un ente incorpóreo, de otra dimensión, aportando esa cualidad vaporosa que caracteriza a la mayoría de sus canciones, "Bonny" entre ellas. Y todo el que las conoce, las ama, así que algo harían bien.
El momento: El entreacto instrumental a dúo, con esa melodía tan sublime y las turbulencias de una mano moviéndose por los trastes de manera bastante caótica. Asumir la marcha de "Bonny", sea quien sea y se haya ido por lo que se haya ido, parece que va a costar.
Que miren en las vitrinas del Parc des Princes, a ver cuántas Champions les salen.
Siempre se agradece escuchar la voz nasal de Tennant, en el contexto que sea.
Que, por otro lado, copa un porcentaje desproporcionado de esta lista. Mejor no escupir en el plato donde como.
Y, en según que circunstancias fisiológicas, muy desagradable.
Aquí escojo la versión regrabada de 1988, no la de un par de años antes, bastante más amodorrante; el público en Spotify me da la razón.
Totalmente irracionales, pero así era el Thatcherismo.
Bien podría ser la otra cara del "One Evening" ya comentado.
¿Veis? Soy el primero en reconocerlo.
Y las fotos de archivo.