Las 250 de Quixote, Parte X
Hoy volvemos a visitar a viejos conocidos de pasadas entregas, pero también abrimos las puertas a futuros protagonistas de este interminable listado. Y a 38 Special, que no es ni una cosa ni la otra.
250-241 * 240-231 * 230-221 * 220-211 * 210-201
200-191 * 190-181 * 180-171 * 170-161 * 160-151
150-141 * 140-131 * 130-121 * 120-111 * 110-101
100-91 * 90-81 * 80-71 * 70-61 * 60-51
50-41 * 40-31 * 30-21 * 20-11 * 10-1
160. Alexander O’Neal, Criticize
¿Vienes a mi casa, el día de mi fiesta monumental de trajes de satén y vestido largo, y tienes la desfachatez de echar pestes de mi persona? Cualquiera en esa situación hubiera llegado a las manos, pero no es ese el estilo de Alexander O’Neal. Nuestro anfitrión no va a callarse ante tamaña injusticia, claro, pero si va a plantar cara lo va a hacer en sus propios términos: en el idioma del R&B más resplandeciente que han ofrecido los 80. Con el cristalino sonido Jam & Lewis como sello de identidad, “Criticize” es beligerante, pero no se rebaja a quitarse los guantes, deslumbrando con bajos a borbotones, mil y un ganchos de sintetizador, y, en especial, el estribillo que se marca la corista Lisa Keith, aliada inestimable en esta batalla por el honor de la que O’Neal, cómo no, sale por la puerta grande. Deliciosa.
El momento: Mi favorita es la versión single, tal vez precisamente porque su inicio más “austero”, por decir algo, hace que el resto, capa tras capa tras capa de exquisito bizcocho, ejerza la gravedad que merece.
159. Ambrosia, How Can You Love Me
Un porcentaje bastante representativo de la obra de Ambrosia1 viene a evocarnos la triste figura del hombre arrepentido: con las rodillas bien hincadas en el suelo ante su ultrajada amante, quizá también portando un ramo de claveles debajo del brazo, por qué no. La conclusión obvia de esa tesis es la incredulidad de “How Can You Love Me”, un tema en forma de pregunta retórica que, no obstante, se aleja de su faceta más sensual para adentrarse en una agitada tensión. Mandíbulas bien apretadas, sí, con la poderosa batería de Burleigh Drummond, pero pese a ello no encontramos un abandono al cien por cien de su brisa californiana: las armonías son sensibles, las guitarras no intimidan, y es más que probable que alguien estuviera consumiendo cocaína muy cerca2. Ambrosia vuelven una vez más pidiendo perdón y, aunque yo no se lo concedería por reincidentes, es un hecho que presentan un caso más que consistente.
El momento: Estos hacen mejores puentes que Santiago Calatrava, y éste no es una excepción: cuando David Pack empieza con su viejo y confiable falsete, tienes la certeza de que vas a oír algo bien sabroso.
158. Radiohead, All I Need
Radiohead siempre han tenido contentos a los habitantes del universo audiófilo, en especial una vez certificado su viraje al avant-garde, pero con In Rainbows, supieron poner en valor más que nunca su inigualable capacidad para terraformar planetas sonoros e insuflarlos de vida. Y eso es “All I Need”, algo que va bastante más allá de una mera canción: es todo un complejo de galerías, esculpidas en la roca por alguna civilización inteligente, y donde las tinieblas esconden grabados fractales imposibles. Yorke y cía iluminan el cavernoso camino, y nos escurrimos por los túneles tras ellos. Y hasta ahí puedo leer, porque tanta tensión espeleológica acaba desembocando en el éxtasis más cautivador, y el más ambiguo. Todo está bien. Todo está mal. Y entre medias, está Radiohead.
El momento: Phil Selway, el miembro olvidado de Radiohead, entrando con sus crashes de infarto en el último minuto. Sea lo que sea lo que hemos encontrado, no se puede describir con palabras.
157. Fleetwood Mac, Dreams
Tal vez carezca de la experiencia meteorológica para hacer esta aseveración, pero allá voy: estoy prácticamente convencido de que es muy posible que haya truenos y, sin embargo, no esté lloviendo. Pero truenos, y muchos, retumbaron en los estudios de la Costa Oeste donde se llevaron a cabo las grabaciones de Rumours, y las nubes que oscurecían el panorama terminaron por precipitar algunas de las canciones más maravillosas de todos los tiempos. Y es que dice mucho de “Dreams” que, pese a haber sido deglutida y expulsada en todos los formatos posibles3, haya conseguido conservar intacta su magia. Su ridícula simplicidad, apenas dos acordes repetidos, oculta detalles maravillosos tras cada recoveco4, pero es la presencia de Stevie Nicks, quién si no, la que comanda aquí todo el respeto. Sueños rotos transformados en algo inmortal.
El momento: Hay infinitos, pero si uno vive rent free en mi cabeza por siempre jamás, son justo los últimos segundos: Nicks hace frente al dolor con un delicado pero arrebatador melisma final.
156. The Chameleons, Swamp Thing
Olvídate de Alan Moore: su fangoso y ecologista hombre-planta de DC estará muy bien, no lo dudo, pero la Cosa del Pantano de mis adorados Chameleons será por siempre en mi headcanon la versión definitiva del personaje. Su “Swamp Thing” se arrastra angustiosamente por el suelo, viviendo un calvario inimaginable, como atrapado eternamente a mitad de transformación. La atmósfera que conjuran los británicos consigue el milagro de ser a un tiempo opresivamente gótica, pero también rematadamente sexy; los riffs de guitarra de la dupla Smithies/Fielding no estarían demasiado fuera de lugar en un clásico de Stax, siendo el hervidero de síncopas que son, pero la figura de Mark Burgess como guardián de la cripta es también esencial. The Chameleons las tienen mejores, pero ninguna tan fascinantemente retorcida como “Swamp Thing”.
El momento: La intro. Toda la intro, pero en particular cuando entra el bombo a negras. El recurso más facilón pero el que más me engancha de entre todos los habidos y por haber.
155. Carly Rae Jepsen, Your Type
Ay Carly Rae, cuántas palabras he derrochado en cantar tus alabanzas5, sabiendo como sé que nunca serían suficientes. De flor de un día del pop a fenómeno de culto en apenas un par de años, CRJ puso sobre la mesa la que sería la piedra de toque del pop discotequero de la siguiente década con E·MO·TION. Y en un álbum que es todo nostalgia garrapiñada no es fácil sobresalir, pero “Your Type” lo hace a fuerza de puro secuestro emocional. Alejada de las divas mega-empoderantes, Jepsen es un manojo de inseguridades, una víctima de una historia de amor unilateral fermentada en su propia cabeza; pero es precisamente esa honestidad tan cercana la que la hace irresistible. Eso y los hooks a granel, claro. “Your Type” es la elección perfecta para autocompadecerse y zamparse un cubo de helado de medio kilo. Una lloradita y a seguir, que podemos.
El momento: La otra personalidad de Carly contradiciendo todo lo que ha dicho en la primera mitad de la estrofa: “I still love you, I’m sorry, I’m sorry, I love you, I didn’t mean to say what I said”. Una expresión de sus turbulencias internas tan magistral que parece hasta cliché.
154. Prefab Sprout, Faron Young
Yeeeee-haw. Prefab Sprout, oriundos del norte de Inglaterra, haciendo algo así como rockabilly de Nashville, Tennessee. Una receta para un desastre sin paliativos, a todas luces; el hecho de que no lo sea es competencia de las altas esferas del Vaticano. Aunque sea fácil encajonar a los de Paddy McAloon bajo el estandarte del neoromanticismo pagado de sí mismo de los ochenta, especialmente dada su costumbre de ofuscar el mensaje debajo de densas ironías y acordes imposibles6, si algo les caracteriza es un agudo sentido del humor. “Faron Young” es el caso más extremo, eso es verdad, pero aún en su caricatura esconde alguno de los tropos más recurrentes de la banda: la búsqueda de la autenticidad, la pérdida de la inocencia, y los coches rápidos. En este viaje por carretera por unos Estados Unidos de cartón piedra, Prefab Sprout consiguen derrotar al artificio dándole la vuelta a la tortilla, con el sombrero falso de cowboy bien calado. Si no puedes vencerles…
El momento: Entre el banjo cutre y el ritmo trotón podría uno olvidarse de que está escuchando a Prefab Sprout, pero McAloon se asegura de abrir la verja con unos versos marca de la casa: “Every other sentiment’s an antique / as obsolete as warships in the Baltic”. Ya sólo con esa rima vale la pena pagar la entrada.
153. Javiera Mena, Luz de piedra de luna
La piedra de luna suena a artículo de teletienda fraudulento, tal vez un talismán para la fertilidad de una cultura que paradójicamente se ha extinguido ya. En manos de la chilena Javiera Mena, sin embargo, puede hacerme hasta llegar a creer en las energías místicas del cosmos. “Luz de piedra de luna” es un vendaval, el del primer amor, que nos lleva del naïf synthpop, bailable pero contenido, de la estrofa, a un estribillo que sienta como un trillón de rayos gamma directos a tu glándula pineal, una explosión de latin-house arrolladora que es capaz de arrastrar a la pista hasta a los más siesos, como yo. Mena y su “Luz” tienen el dudoso honor de figurar en este muy poco diverso catálogo como la última canción en español7, cosa que me avergonzaría un poco más si este tema no fuera categóricamente perfecto. ¡A brillar!
El momento: El chorus se lleva la palma, aunque le hace competencia ese breve motivo de sinte “clavicórdico” que antecede a su segunda iteración. Si parpadeas te lo pierdes, pero si no estuviera lo echarías de menos.
152. 38 Special, Caught Up in You
El rock sureño, el género maldito. Una historia de whisky, solos de cuarto de hora, banderas confederadas, y muerte. Donnie Van Zant perdió a su hermano Ronnie8, vocalista principal de Lynyrd Skynyrd, en un trágico accidente que, en la práctica, fue el canto de cisne del movimiento southern; no sé si fue con el objetivo de evitar ese funesto gafe que Donnie y sus 38 Special llevaron el sonido Dixie a la era MTV, limando toda aspereza hasta dejarlo prácticamente irreconocible. La jugada les salió redonda, porque “Caught Up in You” fue todo un éxito, y no me extraña: se puede argumentar que es más new wave que ninguna otra cosa, pero las guitarras siguen oliendo a barbacoa detrás de toda esa laca. Los puristas se echarán las manos a la cabeza, pero es una realidad: 38 Special mantuvo viva una llama que se podría haber dado por perdida, y lo hicieron dejando el pabellón muy alto.
El momento: Me quedo con el puente, en el que Barnes y Carlisi deciden que es buena idea fusilar un pelín el “Roxanne” de The Police. Y efectivamente, lo es.
151. Glen Campbell, Guess I’m Dumb
Glen Campbell ha pasado a la posteridad como uno de los grandes exponentes del country urbano, un cantante con unas chaquetas de pana preciosas y una melosa voz de derretir corazones a su paso, con o sin twang. Y aunque es imposible hablar de Campbell sin mencionar su asociación con el tremendo compositor Jimmy Webb9, el crooner elegía bien con quién ponerle los cuernos: escuchando “Guess I’m Dumb” es imposible que se nos escape que es una canción de los Beach Boys mal disimulada, y efectivamente es el bueno de Brian Wilson el que está al timón. Esta joyita barroca, donde intervienen miembros selectos de la legendaria Wrecking Crew10 angelina como Hal Blaine o Larry Knechter, puede ser un caso atípico en la discografía de Campbell, pero es una patente demonstración de su versatilidad, amén de una barbaridad de bonita.
El momento: ¿Brian Wilson en 1965? Tiene que haber un pasaje de “sinfonía de bolsillo”, y ahí lo tienes como un clavo en el 1:24. Es como un amanecer hecho música.
Cuando no están musicalizando poemas absurdos de Kurt Vonnegut, como en la también estupenda “Nice, Nice, Very Nice”.
De ahí lo de las mandíbulas apretadas, supongo.
Algunos pasables como la cover de The Corrs, otros directamente punibles según la ley vigente de salud pública como la de Bastille y Gabrielle Aplin.
En particular casi todo lo que hace Mick Fleetwood, en lo que diría sin atisbo de ironía que es una de las interpretaciones a la batería más sensacionales de la historia, una masterclass absoluta de sutileza, precisión, y textura.
Esta es la tabla de acordes de la por otro lado estupenda “I Never Play Basketball Now”, de su primer álbum Swoon:
De hecho está incompleta, porque no incluye las partes instrumentales, y hay varios acordes que se ejecutan en varias posiciones diferentes. Recordemos que no estamos hablando de una suite progresiva: el tema dura 3:40. Es un despropósito.
Dudoso sobre todo por mi parte, que parece que desprecio a mi lengua musicalmente hablando. Es un work in progress.
Lo sustituiría otro hermano, Johnny. Se ve que los padres tenían guasa para poner nombres.
Con quien aparecerá por aquí dentro de 100 puestos, más o menos.
De la que el propio Campbell fue miembro, claro: puedes oírle en clásicos de la talla de “Rhythm of the Rain”, “River Deep - Mountain High”, “Strangers in the Night”, o la mitad del Pet Sounds.